
Dos años después del terremoto
Haití: “Un país puede estar en crisis pero Dios nunca está en crisis”
La ayuda internacional no siempre llega al más necesitado. La prostitución juvenil aumenta. Faltan agua potable, alimentos y medicinas. Pero el pastor Edouard Webert no pierde la fe. “Estamos bien, la iglesia está viviendo en lo espiritual un momento especial. La gente se acerca más a Dios; algunos tienen gran temor de Dios y el Espíritu Santo se mueve muchas veces. Gloria Dios!”, decía desde Haití el pastor Edouard Webert , hace dos años. Después del terremoto del 12 de enero de 2010, este joven pastor decidió recorrer la isla para llevar ánimo a los creyentes y ayudar materialmente en lo que podía, administrando con prudencia hasta el último céntimo de algunas ofrendas que recibió del exterior. “Para mí ser cristiano es una cuestión de vida o de muerte Por esta razón quiero hacer todo bien, según me indica la Palabra de Dios”, expresó en aquel momento en una entrevista con Protestante Digital. En un primer momento, Webert visitó los puntos donde la destrucción fue mayor, incluso lugares donde no había iglesias evangélicas, tal el caso de Gonave . Para viajar a este poblado –o lo que quedó de él- tuvo que pasar casi tres horas en un barco de vela y motor. Mientras tanto, en ciudades como Jacmel , Anse-à-Veau y Puerto Príncipe los creyentes del Centro Cristiano Evangélico (CCE) que él lidera , volvían a reunirse. “Las actividades espirituales tienen más gente que antes, aunque los servicios se hacen ahora bajo tiendas o al aire libre”. El terremoto dejó más de 300.000 muertos según las autoridades del Estado (sin contar miles de cadáveres que nunca pudieron ser rescatados de bajo los escombros) y más de 1.5 millón de personas sin hogares. “La herida está todavía muy abierta. Bajo los escombros cada uno de nosotros ha dejado a una madre, un padre, un pariente, un compañero del alma…”, reconoce Webert.DOS AÑOS DESPUÉS
A pesar de algunos esfuerzos, hoy como en enero de 2010, quien llega a Haití tiene la impresión de que el terremoto fue ayer . “Es una decepción ya que algunos han dicho que después de este seísmo nada volvería a ser igual en la vida, en la mente de los haitianos. Lejos de nosotros la idea de que ‘los grandes desastres hacen grandes naciones’. Existe una zanja inmensa entre la situación de las personas que viven bajo las tiendas y el proceso de reconstrucción”, expresa Webert. El 14 de mayo del 2011 asumió un nuevo Presidente de la República. Hasta hoy, Michel Joseph Martelly no ha logrado la estabilidad política. No hay armonía entre los poderes, sobre todo entre el poder ejecutivo y el legislativo. Por otra parte, los antiguos miembros del Ejército haitiano –desmovilizado en 1995 durante la presidencia de Jean Bertrand Aristide-, han recuperado parte de sus bases sin previo aviso del gobierno. “La situación causa temor en la población, ya que muchas familias aún tienen cicatrices profundas causadas por este Ejército. Un Ejército es necesario, pero todo debe hacerse según las leyes…”, dice Webert. SITUACIÓN SOCIAL Según nuestro entrevistado, la situación social en Haití ha empeorado después del terremoto . “El tejido social está roto. No hay cohesión entre los diferentes sectores de la vida nacional. No hay un objetivo común y cada persona busca su propio interés, sin respecta las leyes del país. Vivimos en desorden social. La violación de la Constitución y las leyes es casi sistemática”. Quienes perdieron todo a causa del terremoto, continúan viviendo en condiciones muy difíciles en los sitios de alojamiento. Los refugios temporales forjados por las victimas sin hogar están ya en situación de ruina. Webert denuncia que “hay un aumento de la prostitución juvenil. En los sitios de alojamiento, los menores no tienen temor a sus padres y hacen cualquiera cosa. Un cierto día un padre me dijo ‘antes del cataclismo, era difícil que mi niña de 16 años viniera a casa con un chico, y ahora ante mis propios ojos ella entra con un hombre en su tienda de campaña. ¿Sabe usted lo que significa eso para un padre?’. El hombre lloraba”. Este pastor se enfrenta diario a situaciones muy tristes. “Días pasados, en Léogane, la zona quizás más dañada por el terremoto, un amigo me mostró un video donde una chica que salía de la escuela con su uniforme, entraba en una tienda de campaña para compartir la cama con un joven. Se puede decir que en los sitios de alojamiento temporario -que siguen existiendo hasta la fecha-, los haitianos viven en un estado bestial. En estos lugares, las victimas esperan sin hacer nada. Ellos esperan sin hacer nada porque ellos no tienen nada. En otras palabras, es muy difícil para ellos resolver su vida, regresar a la vida normal, a la que tenían antes del terremoto”. En el área de la salud el panorama no es menos desolador. Según Webert, “la mayoría de la población no tiene acceso al agua potable y no puede comer lo suficiente. Los hospitales no tienen materiales necesarios para dar cuidados a los pacientes. Muy a menudo es difícil recibir un primero auxilio porque los médicos de turno están casi siempre en huelga. A esto hay que añadir el cólera. Las enfermedades tropicales se van multiplicando”.
ROL DE LA IGLESIA EVANGÉLICA

AYUDA DESDE EL EXTERIOR
Edouard Webert no se atreve a decir que las ayudas internacionales no llegan a los más necesitados , pero reconoce que “el clientelismo, la corrupción al interior de las ONG y el abuso del poder son causas que impiden que los más necesitados reciban las ayudas en su totalidad”. A veces hay que luchar mucho para recibir algo y después, pasados algunos días o meses, esas cosas que eran para los necesitados se venden en las calles. “Se dice que el terremoto del 12 de enero del 2010 ha hecho nuevos ricos en Haití”, expresar con tristeza. Su ministerio no ha recibido nada de las ayudas humanitarias internacionales. Sólo ha podido contar con algunas ofrendas particulares llegadas inmediatamente después el terremoto , lo cual posibilitó la provisión de alimentos a parte de los fieles que lo habían perdido todo. “Tenemos fe. Un país puede estar en crisis pero Dios nunca está en crisis. Todo lo que hacemos lo hacemos con la providencia de Dios”, afirma. En estos dos años, Webert no ha parado de trabajar, reconstruir templo e inlcuso iniciar proyectos nuevos . “En efecto, después el terremoto realizamos y seguimos realizando: reparación y construcción de templos, distribución de comida a nuestra comunidad de fe -a veces también a algunos habitantes del lugar-, formación de líderes, confraternidad de damas, redes de oración, campaña de evangelización en las zonas periféricas, escuela básica para los niños huérfanos y desfavorecidos, diversos trabajos comunitarios… También iniciamos en octubre pasado los ‘Sábados de niños’ a fin de formar cristianos-ciudadanos”, concluye Edouard Webert ( webertedo@yahoo.fr ). MARANATHA NEWS/PROTESTANTE DIGITAL
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